De entre las muchas paradojas que jalonan la vida y la obra de Franz Kafka, no es la menos significativa su relación con el teatro. Este constituye en efecto, una parcela mínima de su producción literaria: unos brevísimos esbozo perdidos de sus Diarios, un texto inacabado publicado por Max Brod con el título El guardián de la cripta y el manuscrito de una obra dramática quemado por el propio autor poco antes de su muerte.
Y sin embargo, a pesar de lo escaso de estas tentativas dramatúrgicas, su obra ha ejercido una intensa fascinación sobre los hombres de teatro que, una y otra vez, han trasladado a la escena sus novelas, relatos, cartas e incluso diarios.
Hablamos de la 'teatralidad' de un teatro narrativo -en un sentido inmediato y convencional del término- cuando las situaciones evocadas por su trama, susceptibles de proyectarse en un marco espacio-temporal tendente a la estabilidad, se concretan en relaciones interpersonales caracterizadas por la 'conflictividad' la 'progresividad', y manifestadas mediante la 'dialogicidad' y la 'gestualidad'.
Tales rasgos, que exigirán una detallada explicación imposible en los límites de estas páginas, son evidentes en algunos de los más significativos textos de Kafka, y constituyen la clave de esa poderosa capacidad de su escritura para materializar y concretar en la imaginación del lector sus inquietantes visiones.
KAFKA EN ESCENA:
Kafka y el Teatro.
El Teatro y la Teatralidad en Kafka.
Abogados.
Un viejo manuscrito.
Petición de ayuda (Un campesino me encontró y me pidió que lo acompañara a su casa).
Un médico rural.
El cazador Gracchus.
Tentativas de fuga de la espera paterna (Carta al padre).
El Gran Teatro Natural de Oklahoma.
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